María


Yo me afeito, ella se maquilla, pienso; tal vez un día sea así de igual, en muchos años, esta vez estaremos ambos en la misma habitación, cargando los mismos problemas, durmiendo en la misma cama, cagando en el mismo baño, respirando en mismo aire. No como ahora, ella en su casa, yo en la mía, ella con sus problemas y yo con los míos, se manda un beso y un guiño a su lindo reflejo, qué guapa es. En tantos años después será igual de guapa, tal vez más, con esos ojos pequeños, esos labios carnosos, esa piel blanca ese hermoso cabello. Ella con un chongo, ha terminado, deja caer su cabello sobre la espalda y desde siempre le doy una mirada sonriente mientras gira, su vestido se eleva, y sus piernas blancas se lucen, ella me mira y me invita a pensar; «soy el hombre más afortunado». Cuando la veo así, no quiero nada más en este planeta. Ella me modela una vez más reclinandose, agachando la cabeza, tomando el filo de su vestido con la llema del índice y el pulgar, levantando un poco los brazos, bajando su cuerpo. Yo le miro desde allí, justo enfrente del espejo, y no pienso claro otra vez. Le regalo otra sonrisa y le digo que es hermosa, no he perdido esa costumbre. Continúo y ella se retira otra vez, aprecia su belleza en el tocador. Sigue igual de bella, como cuando la conocí, ella 15 y yo 17. Recordar me desconcentra, y no me sirve los años de experiencia, tengo veintitantos y me corto el cuello como cuando tenía 15, 17, 16.
La misma situación, falló la navaja de afeitar por pensar en ella. -De seguro ahora está en casa, y desayuna sin cerveza, su madre aún no sabe que ya toma en fiestas.- Fiestas ofrecidas por Mario y Gloria. Ellos son de fiestas, baile y vodka, y canciones y resacas. Yo prefiero estar en casa, salir el domingo a comprar las pequeñas cosas que nos mantendrán vivos los días de la siguiente semana. Me gusta ir por ahí en los pasillos del supermercado, ella a mi lado. Como cuando la conocí, y salíamos de la mano en su ciudad, caminando, hablando, riendo, besando, queriendo. Recuerdo aquellos días, buscando un rompecabezas de 2,000 piezas en Comercial mexicana. "Lo armaremos juntos". Fernando Paredes me había contado el cuento de Julia (Rompecabezas de explicaciones, casamientos clandestinos, dedos pinchados, limosnas robadas, cereal y pasillos del super, jabón y otras cosas varias) Recorríamos los pasillos y simulabamos estos días, de salir en domingo, de comprar despensa, pañales, para Fernandito, juguetes, ella escogía los muebles para nuestra futura casa, yo me encargaba de escoger cerveza, chatarra, la pantalla plana, la Xbox one, las bocinas y los discos de rock, punk, funk, folk, busquemos el disco de café tacvba que incluya la canción de "Eres", para nunca olvidarnos de aquel primer día en tu sillón. Amor de novios adolescentes, tontos, necios, locos.

Al final recorremos el pasillo de las verduras, no habrá carne esta semana tampoco, hay que cuidar la dieta vegetariana, la última vez fuiste al hospital por obligarte a morder mi torta de jamón. Regreso a este lugar, frente a mi espejo, con mis casi 18, en mi casa. Yo me rasuro y tú te maquillas. Cuando eramos viejos no teníamos que hacerlo, yo andaba por ahí de barbas blancas, y piel arrugada. Y tú andabas por ahí con lentes de culo de botella, y me sigues gustando, tal vez no de la misma forma de cuando tocarte era tocar al cielo, y dibujaba con mis dedos olas de mar en tu espalda. Pero ahora me gustas porque nos entendemos, por esa carita chistosa y ese caracter que forjaste durante años, porque ahora sí tus ojos se perdieron en tu piel, y tus arrugas, si antes eran pequeños ahora ya no estan y eso me causa gracia y a ti también, no lloremos otra vez. Ya estamos viejos, vivimos bien. Me voy ahora a los cuarentaytantos, tu no eres una señora, eres mí señora, tienes la risa de tu madre, yo ya no tengo que podar el jardín, sólo tengo que obligar a Fernando a que lo haga, Fernando ya no es hipotético, Fernando ya es real, tan real que a sus 17 ya me saca canas verdes. Tú te encargas de las plantas, de las flores, de las aves. Yo me encargo de alimentar al perro, ya está un poco viejo, labrador, como quería uno a los 16. Ahora lo tengo. Hay alguien más me niego a decir su nombre ahora, ya que no será mi desición, es una chica que me ha robado el corazón, más rápido que tú en tus tantos años de conocerte, no hicieron falta muchas palabras, para amarla tanto como hasta ahora te he amado a ti. Ella dijo; "¡Papá!". Se parece tanto a ti. Me voy a los veintitantos otra vez. Cuando ya es hora de comprar los muebles. Hacer las cajas, mudar de casa. Ahora regreso de nuevo a los 17, pensando ¿en dónde estás? y que debí hoy ir a visitarte para no extrañarte tanto y no pensar en ti. Sino estar contigo. Me brinco los problemas y los meses que estan por venir, porque soy 3 años mayor a ti, pero tengo más miedo que tú de las adversidades tan diversas que puedan venir.
Pdta: ¿Qué haremos cuando no llegue el 30 de febrero?

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