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Mostrando las entradas de agosto, 2014

S.H.

Hace unos meses que de por sí ya estaba mal… te contaré; comencé a sentirlo en la calle, mientras fumaba un cigarro, mientras caminaba llorando, mientras María se iba con alguien más. Ese pequeño cosquilleo en el estómago y ese olor extraño en la garganta. Un día después desperté con temperatura al tope, no te miento, mis sabanas estaban negras, y mi sudor derretía el colchón  –de arriba en la litera-, y los 3 cobertores de Jesús –quien dormía debajo de mí-. Las noches de invierno en DF son tan frías que los perros mueren de hipotermia y las ancianitas se quejan y toman chocolate caliente. Para mí eran tan calientes como el infierno, de mi aliento salían llamaradas de fuego que ennegrecían el techo. Bajé de la litera, y cuando mis pies tocaron el suelo las losetas se rompían a cada paso. Seguí caminando por todo el departamento hasta llegar a la cocina. Abrí el refrigerador y al querer sacar la jarra de agua fría, el plástico se derritió y el foco del refrigerador reventó en un estal