De México y algunos de sus problemas.
Me contó Kafka mi buen amigo, que un día Gregor Samsa,
amaneció siendo un bicho. Ay Kafka, ¿Para qué te mueres? Que te tengo un cuento
buenísimo, un hit, un best Seller. Así como Gregor hoy yo amanecí yo siendo una
mierda. Un mojón autentico. El olor, el color de mexicano promedio, la repulsión
que sienten al verme, me ignoran y quieren deshacerse de mí. Ser una mierda es
tan hermoso, mantienes tu distancia con la gente.
Ojalá tuviera una cámara, sí, una de esas “Canon” que valen
más que mi propia dignidad, HD, 1080, la puta madre. Esas cámaras son la verga.
Podrías tomar fotos que capturarían hasta los sentimientos. Sentimientos de árboles,
de arbustos, de montañas congeladas, de aves que cantan mejor que los “artistas
del pueblo”, hasta los sentimientos de las cacas. Por eso la quiero, para poder
capturarme a mí mismo en mi sentido de caca ególatra, amo ser una caca. Lástima
que esas cámaras son muy caras, y sólo podría comprarlas en tiendas que le
brindan “crédito” al pueblo, la forma más efectiva de robarnos y contribuir con
la pobreza del país, ah, pero claro, no importa que sigamos siendo pobres
mientras portemos artículos de marcas reconocidas y gringas. Putos gringos.
Pendejos mexicanos, no se ponen buzos. Me pregunto si habrá una empresa
mexicana que produzca cámaras de esa calidad. Yo sólo he escuchado de mexicanos
que producen más mexicanos que producen más pobreza que producen más
desequilibrio social. Los ricos y los pobres. ¡Ay mamá¡ Hasta donde hemos
llegado, quejándonos de la pobreza y cogiendo como si no hubiera mañana.
Generando más pobres. Quejándonos de la violencia y comprando discos piratas
del Komander o cualquier otro cantautor de aquellas si se les puede llamar “canciones”
denominadas “narcocorridos”. Hasta donde hemos llegado. Qué cultura tan
patética nos hemos formado. Antes los vaqueros criaban vacas, montaban a
caballo, bebían en los bares eran los machos de la casa, golpeadores, pero
buena onda. Hoy los vaqueros se olvidaron de las vacas, sólo quieren trocas y AK-47,
beber en antros y cogerse a todas las putas. Es que es tan excitante, ¿No has
jugado al Gears of War? ¿Al Call of Duty? ¿A dispararle a los patitos en las
ferias con un rifle de balines? Portar un arma ahora se convirtió más que nunca
en la concentración de presunción, estos individuos armados, no son más que miserables
déspotas, un cáncer para nuestro digno México. Ahora los morrillos mal portados
entrados a la pubertad, que ya no quieren ir por las tortillas y se revelan, ya
no se deprimen y se cortan las muñecas y se toman fotos para después postearlas
a internet. A excepción de algunos aborígenes emo-otakus que aún rondan en
muchas partes del país. Ahora los morrillos mal portados se van a fumar mota y
a hacerse amigos de estos tipejos, de estos grupos de crimer organizado que se
ganan la vida y la plata que presumen cobrando cuotas, secuestrando, vendiendo
piedra y coca. Ay morrillos mal portados. Ni qué hacerles. He conocido a muchos
así. Pendejos. Una vergüenza.
Les decía, quisiera tener una cámara así, pero a mi mamá no
le alcanza el dinero y mi papá desafortunadamente no es narco, osease, no hay
varo en mi casa.
Y qué decir de las chamacas, ya no hay buenas chamacas, ahora
quieren tipos con dinero, o con carro, o con una Ak-47. No digo que todas, aún
hay quienes se salvan, de las que no cogen o las que se cogen a todos sin
importar quien sea, pobre o rico.
Esas chamacas siempre se las arreglan, prietitas, güeritas,
color caca, pero todas tienen sus cámaras de buena calidad para tomarse sus
fotos pendejas, no falta esa foto en la playa, ni esa foto donde se ven más sus
tetas, ni esa foto con todas sus amigas donde todas sacan sus nalgas y tetas,
con afán de endurecer cualquier polla que se digne a mirarle.
Todos y todas ya han sido monopolizadas, se criaron siendo
materialistas, míralas, ven feo a otra chamaca sólo porque su ropa no es de una
marca gringa reconocida. Pendejas, materialistas, pendejos materialistas, pero
más pendejos son aquellos que no tienen y de algún modo se la arreglan para
tener.
Una chava vivía en un pueblo, lejos de la capital, un pueblo
tranquilo, relajado, vendían coca-cola, vendían cerveza, vendían maltboro, vendían
tamales, atole, pozole, Sabritas, vendían un chingo de mamadas, y todos
compraban sus prendas y ropas en el tianguis, era un lindo tianguis. Ya saben,
pantalones cholos, de esos que traían dragones verdes mal cocidos, águilas cafés
mal cocidas, y su acampanado en los tobillos, nunca use de esos, pero creo que
podías volar dentro de esas cosas. Playeras, comunes, playeras con brillo,
playeras con diamantina, y toda esa mierda.
Un día de la nada, llegó un grupo de esos “vaqueros” ya no
tan vaqueros, con sus trocas y sus armas, y sus chalecos. Mataron al papá de
esa chava, llamémosle “Laurita”, Ay Laurita, secuestraron a tu papá, y están
pidiendo 2 millones, ni vendiendo todos los elotes de la siembra de tu jefe, ni
vendiendo tu choza ni tu cuerpo, ya no se puede.
Y su papá fue exhibido en la plaza del centro, y Laurita
lloraba desenfrenada, esos narcos, son unos loquillos. Siempre tan
exhibicionista. Laurita mijita. Te tienes que ir.
Y Laurita se fue, a la ciudad, y su mamá chambeaba, lavaba
ajeno, limpiaba ajeno, chupaba ajeno.
Y Laurita se cambió de escuela, Laurita, no eres tan fea, ni
eres tan prieta, no importa que seas de pueblo, lo único que la caga es tu
acento de india y tu pobreza. Pero no hay pedo, ya habrá unos 3 calientes que
te quieran dar, en la escuela, en tu salón. Más por eso de ser nueva. No sé por
qué, todos se excitan con las compañeras de salón nuevas.
Ahora Laurita se siente sin amigos, y ahora a Laurita la
invitan a salir. No hay problema con Laurita, ella tiene mucho tiempo libre,
pues su mamá hace todo el trabajo.
Desafortunadamente, que infortunio, Laurita es distinta sin
su uniforme verde secundaria con cuadritos grises de adolescencia en la falda.
Laurita se ve un poco chistosa, todos se visten bien, elegantes, todos tienen
dinero, Laurita sólo tiene su acento de india, y algún dialecto del montón para
defenderse a groserías que nadie conoce.
Las niñas no se quieren juntar con Laurita y a los niños no
les importa, los niños sólo se la quieren tirar, fajar, besar, chupar y otras
cosas que terminen en ar.
Y Laurita de pronto quiere ser como las demás, vestirse
igual, quiere tener su perfil en todas las redes sociales, quiere verse guapa. Y
sobre todo quiere una cámara, para ver lo guapa que es, con filtros, para tapar
un poco sus barros, y su piel, de color canela mestiza.
Y su mamá le compra, le compra su Samsung en el Elektra, en
abonos chiquititos y su mamá se endeuda, pero ella tiene Android, y el Android tienen
más, Facebook, Twitter, Instagram, Whatsapp. Y Laurita es un poco más feliz. Y
su mamá se endeuda más, y le comprar sus blusas hipster y sus lentes sin mica,
y sus tenis fresas y sus pantalones de colores. Pero Laurita quiere más,
Laurita está infectada, Laurita está materializada. Laurita cree que vale más.
Y Laurita es más pobre, y su mamá también, Laurita no come.
Y su mamá tampoco.
A Laurita le importa un carajo, ella quiere comprar más y
más y salir con sus amigas y tomarse fotos. Y Laurita no tiene ni una moneda de
50 centavos, para un chicle, para el mal olor de su hocico. Porque se le acabó su
Colgate.
Laurita consigue un nuevo novio, y su novio es un
Vaquerillo, de esos que escuchan Narcocorridos, y también tiene una troca, y
también tiene una pistola. Y un buen billete. Y la invita a comer, y la invita
al cine, ya se miró la de “no se aceptan devoluciones” pero a él no le gustó. Y
mejor fue a su casa a ver el “Cartel de los Sapos”. Pendejos colombianos. Siempre
fomentando la caca. Están casi tan jodidos como nosotros. Con sus narco novelas,
con sus cocaína casi legal.
Ay Laurita no te hubieras metido en ese pedote. Ya valiste.
Porque ahora entre vaquerillos se pelean, y me jode la palabra vaquerillos, y
me jode que hayan balaceras, porque se pelean las “plazas” porque
sencillamente, son salvajes.
Ya mataron a tu novio, y ahora te buscan a ti.
Y ahora te vas, te vas, te vas, te vas, pero no sabes a dónde
vas.
Y te regresas a tu pueblo, y ya no se acuerdan de ti, o no
sé.
Pero tampoco tienes dinero, y lavas ajeno, y planchas ajeno,
y limpias ajeno, y chupas ajeno.
Pobre Laurita.
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