Ahora

No quiero llorar esta noche. Hay tanto que contar, no tienes mucho que entender, sin embargo, escúchame.
Contesta el teléfono, hoy no estoy bien. Hay algo raro, en mi pecho, alguien tiene una mano dentro mío y presiona, y presiona la carne y duele.
No quiero llorar esta noche, ni el humo de la calle me hará llorar, ni todo aquello que me pega por debajo en los testículos.
Hay algo en mi pecho, y no estoy así desde hace tiempo. Contesta el teléfono.
Hoy tengo ganas de caerme, en medio de la calle, y escupir, que los demás pisen mi columna, que la quiebren, y no hacer nada, no gastar ni un poco más de mi esfuerzo. Hasta que me aburra. O me muera respirando el polvo.
Recuerdo, y te quiero recordar.
Cuando eras tú una buena razón, la mejor razón. Porque aunque no me entiendas, te entiendo. Porque aunque no me quieras, te quiero. No quiero molestarte. Pero. No tengo a alguien más a quien llamar. Con quien hablar. Que quiera escucharme. Con quien llorar.
Recuerdo, y quiero re-momentar.
Hoy te necesito, más que nunca. Hoy necesito tu insomnio, más que nunca. No quiero darte lástima, pero regalame un poco de compasión.
De pronto me convierto en el vagabundo ese que nunca fui, y en el fondo lo he sido siempre. Ese que pasa por tu casa, mira a tu ventana, se come las ratas que quieren entrar. Ese pendiente de ti. Soy el vagabundo borracho, que quiere sólo un trago, de tu saliva.
Soy la llanta ponchada, de tu bicicleta. No quiero que avances. Quédate conmigo esta noche.
Soy la casualidad que nadie se quiere encontrar. Ni mis amigos, ni mis vecinos, ni mi familia. Ni tú. ¿Y si te busco? Peor.
Soy un pedazo, de algo, de excremento, de feto en bolsa de nailon en la calle. Ese que evitas mientras presionas tu nariz con el pulgar y el indice, apresurando el paso, cerrando los ojos, cortando la vuelta.
¿Y si te busco?
De seguro, tu día va bien. Y yo sólo llego a estropear. Mejor no te busco. Mejor te cuelgo, cuando me contestes. Si es que me contestas.
Y nada pasa. Mañana tal vez estaré mejor.
Sin tu ayuda. O tal vez no lo soporte más. Tal vez toco a tu puerta y pregunto; ¿Puedo quedarme contigo esta noche? Prometo no molestar, si quieres, guardame, en un cajón, en una botella, en una jaula, sácame, a dormir al patio, dame un pedacito, un rincón. No pido mucho, no traje muchas cosas.Una playera vieja, el mismo pantalón, ese que repito con frecuencia, ese con el que me ves, ahí afuera de tu casa, cuando soy un vagabundo, cuando soy un vendedor. Perdóname, no ando bien. Me duelen las ganas, me duelen los pies. No quiero darte lástima, ni quiero que veas, las manchas negras de mi cara, ni las lágrimas que corren, ni mis ojos rojos de marihuano. No me veas, cuando tiemblo, al pedirte un pedazo de pan, no me veas. No quiero que llores esta noche. No soy quien, para hacerte llorar. Piensa, que no te he amado nunca. Piensa en que no me verás al amanecer. Piensa en que no me conoces. O mejor no pienses.
Mejor di, que no me conoces. Que no te acuerdas de mí. Que me vaya y busque todos los pasos que dejé detrás mío, los recoja, que no los vuelva a perder. Dame un pedazo de pan. Deja, lo guardo.
Entonces yo me regreso, y saco de mi bolsillo, todas esas palabras. Todas esas flores. Las fotografías y las películas, saco todos los besos que te di. Y ahora me has regresado. No importa. Sirven aún. ¿Habrá alguien en mi situación allá afuera? Lo hay.
No quiero llorar esta noche. Hay algo más, algo más duro, frío, eso. Que me hace pensar en que ya no. Ya no me quieres. Ya no me quieres.



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