Dieciocho
Un día estás sentado en la tierra, hay pasto casi nulo y la tierra parece estar un poco húmeda, lo suficiente húmeda para no alzar polvo, y lo suficiente seca para no mojarte. Estás sentado, y el mundo te importa un carajo. No te interesa, ni te estresa, ni la fecha ni el reloj, no hay pendientes, ni hay mucho que hacer. Más que la ardua tarea de imaginar, para poder jugar. Al otro día estás formado, en una fila un poco enorme, algo tienen las filas, nunca vas a estar cómodo en una de ellas, hace calor, te pica el pie, estas nervioso. Estás parado, esperando tu turno, para que te puedan atender. Si no fuera necesario en este país no tendrías porque hacer esto, pero, si tu nombre no está registrado, prácticamente no existes. La vida es un proceso, el mundo lo es también. Te dan los requisitos y de alguna manera debes cumplir con todos, para que pueda ser válida tu existencia por acá. Y a veces me pregunto si será necesario existir, sin tener que hacerlo. La primera etiqueta que recib...