Origen

El origen del sexo
Con los hombres y las mujeres. De Adán y Eva. Del diablo y de dios.
Si remontamos a épocas desconocidas por el hombre común, épocas que van más allá de lo que hasta ahora sabemos de la existencia del ser humano, llegamos a una época conocida solo por algunos cuantos. Yo uno de ellos. La tierra es el único planeta en los 360 sistemas solares conocidos por el hombre, donde existe el “género” como comúnmente le llamamos. Hembras y Machos. Dos seres se podría decir “de la misma especie” pero divididos por características realmente contrarias. Que juntos (por cuestiones de la evolución) han concebido el don de reproducir más seres nacidos también con un “género”. Visto esto desde el punto de vista acostumbrado del ser humano aprendimos a llamarlo normal, algo propio de la humanidad.
Pero… ¿Es normal?
En el sexto día de la creación Dios (la cosa sin género) decide crear su obra maestra. El hombre; Capaz de pensar por sí sólo, de abrirse caminos, de descansar por ocio, de masturbarse por placer. Dios puso a su obra maestra en la tierra, con el fin de que éste hiciese lo que quisiera en ella, para Dios el hombre era un experimento, el hombre en ocasiones era más inteligente que él. Los hombres, eran artistas, arquitectos, poetas, dominaban ciencias que él mismo desconocía, tal como la Geometría, la Física, las matemáticas.

 “El mundo es demasiado bueno para ser cierto, mejor hago algo para que, a largo plazo, destruya al planeta.”
-         Dios en el sexto día
Dios y el Diablo.
A cada planeta del sistema solar se le asigna un Dios. Éste dios tiene 6 días para hacer de su planeta el mejor de todos, en una competencia dirigida por el Dios Universo*.
El sistema solar originalmente estaba compuesto por 9 planetas, los que ahora conocemos, y uno más llamado Diablo. El nombre de cada planeta era igual al de su dios, y cada Dios era responsable de su planeta. Con esto nos damos cuenta de otra falacia inventada por el hombre, nuestro dios no se llama “Dios”, sino “Tellus” o “Tierra”.
Diablo, era un planeta tan hermoso como lo fue la tierra, más hermoso aún, pero este a diferencia, en el sexto día de su creación fue invadido por un animal en especial. Con características parecidas pero pensamiento y funciones completamente contrarios al del hombre de la tierra,  este fue llamado “Mujer”.
“Mujer” destacaba más que el hombre, “mujer” iba más allá de las matemáticas, la física, la química, y la geometría. Sin embargo tenían un defecto,   que las descalificaba a ellas y a Diablo de todo aquello. “Nada es para siempre” Reglas del Dios Universo. La “mujer” respetaba toda forma de vida en su planeta. Y de esta manera, la mujer como “creación perfecta” podría coexistir infinitamente, sin autodestruirse. El diablo, de inmediato, fue descalificado, y su planeta fue destruido. Y no se supo más de aquel planeta.

El hombre antes de la mujer.
Orgías, hombres en conjunto dándose placer, tocándose el pene, lamiendo sus huevos, penetrando sus anos peludos. A todo eso sólo existía el placer. Nada más. Los hombres tienden a sentir placer y comodidad. El hombre existía hace mucho, tenía las mejores ciudades, incluso mejores que Dubai, New York, Distrito Federal. Más grandes y realmente hermosas, los rascacielos en aquel entonces sí rascaban los cielos, habían autos voladores, lujos, los bosques prácticamente ya no existían, el hombre estaba en la cima. Y al borde de su extinción.
Los hombres podían existir normalmente, unos hombres ponían huevos, que crecían hasta reventar y de estos salían otros hombres, listos para salir y contribuir, talar un árbol, inhalar un cigarrillo, cagarse en el planeta. Todo era hermoso, todo era como debía de ser. Con una fecha de caducidad para su misma especie. Para su mismo planeta.
A Tellus le gustaba ver a sus pequeños hombres ahí en la tierra, sin nada más. Sin embargo no pasaron millones de años, y ya se había aburrido. Un 13 de mayo Tellus  decide llamar a Diablo, desde hace mucho retirado y proponerle algo. La proposición era simple. Traer a esa criatura prohibida, un día a su planeta. A esa criatura prohibida llamada “mujer”. Diablo accedió de inmediato, puso a una mujer en su bolsillo. Y se dirigió hacia Tellus, quien se masturbaba en otra de sus tantas escenas que acostumbraba ver en la tierra; lo que ahora común y arbitrariamente llamamos: Porno homosexual.
El conflicto del “Bien” y el “Mal”
 Diablo al llegar a la tierra comienza a sollozar, llega al planeta más cruel que jamás haya visto, aquellas escenas viles, sin ningún tipo de belleza más que la estética. Era realmente lamentable. Tellus, era el Dios más puerco, y despiadado de todos. El más enfermizo y asqueroso de los conocidos. Puso a aquella primera mujer frente a una multitud. La cual fue destrozada en cuestión de segundos. Se rumora que a mordidas, pero otros dicen que a penetraciones. Sin duda el hombre, era la peor criatura que haya tocado el universo.
Diablo, que siempre fue sensible a la belleza fue de inmediato destrozado al ver a su obra maestra destrozada por otra, un hombre destrozando a una mujer.
Tellus reía, reía mucho, incontrolable. “Tú traes a tú criatura, y yo hago que la mía la destroce”.
Entonces el diablo bajó a la tierra, y con su poder divino destrozó las ciudades creadas por el hombre, acabó con sus culturas, sus religiones, sus canciones, sus obras, sus poesías, sus estructuras, sus ciencias, y su vida.
Tellus miraba fascinado, la enorme ira de Diablo, y decidió bajar a confrontarlo.
-         Mira nada más qué has hecho. El universo no estará muy contento con esto.
-         Dices que tu creación es mejor que la mía.
-         Lo es. ¿No lo has visto?
-         Tú deja a uno de tus “hombres”. Yo dejo a una de mis “mujeres”. Un solo día. Y probemos.
-         De acuerdo, pero si mi hombre gana, tú me das tu divinidad. Y si no, dejaré vivir a tu criatura en mi planeta. Y despojaré a la mía.
                                                       
Pusieron nombre a sus criaturas, Adán al hombre, Eva a la mujer. Tellus sacó de su bolsillo a Adán y Diablo a Eva.
Diablo y Tellus miraban el espectáculo, esperando alguna batalla, el hombre era más alto, más fuerte, más salvaje.
La mujer tímida, miedosa, preocupada.
El hombre se acercó, y la tomó del cuello, y ella lloraba, el hombre la miró. Tellus en las alturas estaba seguro de su triunfo. Mientras Diablo, esperaba, esperaba, esperaba.
El hombre no la tocaba con afán de estrangularla, sino de acariciarla. El hombre estaba enamorado. El Diablo había ganado.
El hombre y la mujer.
Ahora, vivimos en plena ignorancia, penetramos vaginas, sin saber que para Tellus esto es algo abominable, criticamos la homosexualidad cuando es nuestra propia naturaleza como hombres, eyaculamos de color blanco, porque así es el divino color de Tellus, las mujeres menstrúan sangre, porque pagan con ella la renta de existir en nuestro planeta. Convivimos con extraterrestres que nosotros mismos hemos adaptado a nuestro pene. Y creemos que es normal. No. Esto no es normal. Se dice que Diablo, sigue entre nosotros, que se manifiesta de vez en cuando en sus criaturas, que conserva rencor a Dios, por la mujer aquella destruida, aunque ahora son más, que a nosotros los hombres nos quitan el dinero, la casa, el auto, los hijos, y la dignidad. Que ganan el juicio del divorcio con su inteligencia alienígena. Que con sus cuerpos nos incitan al pecado y a lo único que está realmente mal para nosotros como hombres, el tener sexo con una mujer. ¿Acaso no sabemos dónde está nuestro punto G?
Tellus por otro lado nos defiende de algún modo, nos propuso el feminicidio, hace nacer a algunos precursores de su verdadera voluntad, aquellos que comúnmente conocemos como misóginos. Experimenta también con los homosexuales, y las lesbianas. Las mujeres sin saberlo representan el verdadero mal, pero no como aquello maligno, y malvado. Sino como aquello que es un error en nuestro planeta. Y Diablo sigue presente.
Así es como se originó el sexo, el hombre penetrando una vagina es mucho más que eso.
El hombre con la mujer: un disparate para el universo.
Se sigue esperando el día en que nazca un hombre de un huevo.
Se sigue esperando a que el hombre no sienta nada más que placer.
Se sigue esperando que desaparezca aquello que es el fruto de este terrible error universal; El amor.

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