Ciertas representaciones de un universo que nunca te las vas a creer porque careces del sentido subjetivo.



Si un día te digo algo, te ruego, no lo tomes en cuenta, Si algún día te enseño algo, realmente, no lo creas. Debes tener en tu conciencia algo más. Algo que te haga dudar. Porque sinceramente, es de dudar. Cuando te diga que yo veo el mundo de una forma distinta, y que mi universo es tal que cuando alguien entra nunca querrá salir jamás, no lo creas. En cambio dime, lo imbécil que soy, escupe mi rostro, vete, y no sientas la más mínima culpa.







Soy un estafador, soy un vendedor de sueños. Sabiendo que es de las pocas cosas en la vida que no se pueden valuar. No me creas. Cuando te diga que cierres los ojos, y que sientas tu cuerpo. Que sientas el momento, y que sientas las cosquillas que te dan al enamorarte de ti. En serio. No me creas, que es por mí, que las situaciones cambian cuando estás en mi universo. Donde las situaciones son la cosa más importante a analizar. Allí, en mi universo, donde no existe el qué haré después, ni el qué tengo que hacer, y el qué debería, pero no lo hago. Aquí, eso deja de ser. Tal como en tu universo deja de ser la idea de querer tocar el sol cuando hace frío, de querer tomar la luna y ponerla sobre la mesa, para alumbrar los textos, y los rostros al rededor de esta mesa, donde discutimos temas sin discutir. Donde tú, me entiendes y yo te entiendo. Donde no hace falta que me expliques con certeza, porque puedo leer tu verdadera voz que en realidad no suena, sino que escribe a tinta y pluma dentro de tu cabeza. a todo lo que tu corazón le diga. Y acerca del corazón. Es la parte más importante aquí, porque aquí no te mantiene vivo, aquí sólo te avisa que aún no mueres. Y el corazón muere cuando dejas de apreciar, los hermosos colores, y los olores de la fauna, tan diversa, y los otros corazones y las otras sensaciones que no te puedo explicar, porque tú aún no estás dentro.


Pero oye, por favor. No tienes que creerme, porque te comprendo, porque sé que para ti es imposible. Y está bien. A mí me gustan ambos sitios, aquí y allá. Aquí dicen que se puede besar, comer, tocar. Pero dicen también que para ir de un lugar a otro se tiene que pagar. Y eso no me gusta. Porque allá nada se paga. Porque allá puedes estar donde quieras cuando quieras.


Puedes estar en un plano de segunda dimensión. Con edificios coloridos a gris y negro. La noche allá no es negra. Ni se necesita la luz para ver. Allá la noche es azul, azul claro, y no se necesita, ni fuego, ni foco, ni calor. Para sobrevivir. Allá también puedes estar en un barrio. Y cruzar todas las cercas que te vengan en mente. Puedes ser tú, y tu mente. Y el mundo puede desaparecer. Y te puedes concentrar en una sola cosa. Y puedes estar así toda la vida. He oído a algunas personas que se han pasado toda la vida pintando. Otros tocando un violín. Otro arreglando en un estante todas las cosas viejas que hay en un cuarto vacío, con cosas que proceden de otra época, y se la pasan especulando cosas acerca de cada objeto; ¿Dónde ha estado?¿Quién lo ha tocado?¿Qué historias tan conmovedoras guardan tras los años y las situaciones? Y así, mueren un día que dejan de sentir más. Otros son más listos, y cuando hacen algo y dejan de sentirlo, hacen otra cosa. Ponen discos de viejas épocas, viven en una casa de madera. Tienen vista al mar. Y miran al sol. Otros en cambio se enamoran de cosas completamente diferentes. Yo he estado en tantos sitios y no me he dejado morir. Hoy estoy aquí. En tu universo, donde crees que la forma en que tú y los tuyos ven y sienten y palman, es lo único. Lo esencial, que no hay más y que también es hermoso. Bueno, yo no lo sé.


Pero he escuchado de algunos quienes han muerto, de la forma más cruel y despiadada que existe. Corazones tan nobles y hermosos que aún faltando tanto por vivir, llegan aquí y mueren por alguien más. Este es el único lugar que conozco donde hay algo más que yo. Aquí estás tú. Y espero que nunca me mates.


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