Carta para Betsy
Que sí, que había terminado
con el "corazón roto" cuando Fernanda se había ido a la verga.
Que sí, me acuerdo que
tuve las agallas para volverte a decir hola, aun sabiendo todo lo que había
pasado: de saber que esas fracturas iban a perdurar hasta nuestros
veintitantos, ni siquiera te hubiera hablado.
Te he visitado en
casa, tu madre me ha invitado a comer, pero. No es un lugar donde me sienta
bienvenido, ni siquiera identificado. Puedo culpar a mis inseguridades y al
complejo de inferioridad que me ha acompañado desde hace mucho tiempo. Lo sé,
sé cuál es mi problema, pero hay algunas cosas dentro de uno que no se quieren
tocar. Creo que mi mundo no dejará de funcionar aún si no arreglo esto.
Después de la mudanza,
mi mamá me vio en el comedor bastante triste cuando vine de vacaciones al
pueblo. El mundo parecía bastante desconocido desde entonces, pero cuando regresé
a casa tuve otro respiro de aire familiar.
"Te hubieras
quedado con la doctorcita", tal vez así no estarías tan triste.
"No creo que
tenga nada que ver má".
Cuando salía con Betsy
pasaron algunas cosas raras en la relación, para empezar, ella era demasiado
inteligente. Quiero decir, era una mujer con una buena crianza, buenos padres,
buen nivel socioeconómico, buena genética, etc. Las personas así suelen crecer
de una manera mucho más plena. Creo, tiene mucho que ver la atención que te
prestan, las maneras de abordar los comportamientos adolescentes.
Estábamos sentados en
un parque medio vacío, así como medio gris, frío, extraño... nunca había estado
en ese lugar antes, y la gente de por ahí carecían de la emoción que un pueblo
ofrece.
Ese día todo lo vi en Sepia,
hablé con Betsy sobre temas muy profundos, tanto que había llorado en su
hombro. Ese tipo de situaciones hasta entonces resultaban algo nuevo para mí.
Con nadie había tenido esa confianza. "Habla contigo mismo, sé que tienes
muchos problemas, yo quiero ayudarte". He regresado a casa ese día triste,
confundido.
Ella me ha hecho creer
algunas cosas, me ha dicho que soy el más inteligente en el grupo, que le hacía
ver fáciles cosas realmente complejas. Ella me hizo sentir, distinto, valioso.
La he terminado al día
siguiente.
Oh cariño, eres
bonita, pareces la mujer perfecta, para mí. Pero así no funcionan las cosas.
Soy compatible contigo. Pero todo lo demás no. En principio; mis tenis rotos,
la playera que siempre repito, mi billetera con 20 varos para el pasaje, mis
fachas desaliñadas.
Tu casa/mansión, con
alberca, acabados minimalistas, tu gran comedor, tu madre de ímpetu tan serio,
tan preocupante, mientras comíamos, y yo ahí sin saber qué hacer. Sí, mis
inseguridades.
Lo primero que imaginé
en ese momento fue una boda triste, bueno mi padre no podría costear los gastos
de una boda, de hecho, ni siquiera sé si quiera hacerlo, con eso de que me
detesta.
Mi madre, carece de la
experiencia social, es más bien una persona buena y dócil en un mundo hostil.
Me he retractado desde
entonces. Cobarde, a tener que afrontar situaciones tan chocantes. Bismarck
todavía me recuerda en ocasiones las veces que le conté que me quería casar
contigo, y que, por favor, me dejara en el mismo grupo que tú.
Una semana después yo
bajaba las escaleras de la preparatoria tomando la mano de Fernanda.
Iba a continuar tomando
su mano por al menos 4 años más.
"Te hubieras
quedado con la doctorcita", seguía diciendo mi mamá en el comedor.
"Sí má, me
hubiera quedado con la doctorcita..."
Seis años después como
carajos iba a imaginarme que aún seguiría pensando en esto.
Será que cuando vi tus
fotografías en tus viajes me dio no sé qué, ganas de escribirte.
A veces lamento no
entender los conceptos de manera correcta, como en esta ocasión, que me queda
la duda, ¿qué mierda debe decir una carta?
Buenas o malas
noticias, buenos o malos sentimientos. O solo cosas que se quieren decir, pero,
¿Qué tal si hay cosas que, aunque se quieran decir mucho, no hay nadie que
quiera saberlas?
O no haya razones para
ser dichas... ¿Qué pasa entonces? Pasa
que son palabras al vacío, pero al vacío del interior de cada quien, de quien
quiere decirlo. No para ti Betsy, esta carta no es para ti. Es para mí. Aunque
puedas leerla si te lo propones.
Pienso ahora que te
veo, que las palabras de mi madre, tenían cierto sentido para ella, pero para
mí no.
Creo que aun sabiendo
todo lo que pasaría en tantos meses después seguiría sin preferirte a ti.
Porque si algo ha permanecido dentro de mi identidad es eso: la inseguridad, la
inferioridad.
Seguiría dejándote
plantada, seguiría sin responder tus mensajes, seguiría sin seguirte a todos
lados. Seguiría evitándote en el salón. Y seguiría prefiriendo a alguien más.
Quien sea. Menos tú.
No me arrepiento, ni
de una cosa, ni de otra. De lo único que me podría arrepentir es de haberte
involucrado en mi vida. Y que esa sea una de las razones por las cuales se
hayan fracturado tantas otras partes de la misma.
¡NO!, qué bueno que no
me quedé con la doctorcita. Qué aburrida sería la vida entonces sí se viviera
plenamente junto a ti. Con tus viajes a no sé qué partes costosas.
Los vacíos seguirían
ahí, pero no sería tan entretenido brincarlos.
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