No has aprendido nada.

Yo no he sido turista en ningún lado. En cada lugar en donde estoy, vivo. Eso solo funciona con el tiempo; de un mes a seis, o un año cuando mucho. No es que tenga la capacidad económica para ello, simplemente la vida me ha ido moviendo el capotraste y me ha llevado consigo y mi subjetividad a varios sitios. 

Viaja, si no puedes viajar, lee. Si no puedes comprar libros; róbalos. Si no quieres robar habla con muchísima gente y guarda sus historias, repásalas en un papel una y otra vez. 

Escribe, si no puedes escribir aprende a hacerlo, y ya podrás poner tus pensamientos más maduros en el papel, aunque no te miento, habrá escapado más del 80% de lo bueno. Pero no importa, porque nacimos para esto. En algún momento nos vendrá a la mente de una u otra forma. Y si eres de esas personas que no puede ni una ni otra cosa no significa que no te hayas esforzado. No significa que no quieras. Entonces podrías optar por las pastillas, por la bala, por el trabajo, por el efectivo. Eso te mantendrá ocupado, no pensarás en las cosas tristes que conlleva el otro camino, no querrás suicidarte (si aún no lo haces), no te frustrarás tanto como nosotros. Pero tampoco vivirás, ni crecerás, ni amarás tanto la composición de tu mente con tu cuerpo y de tu cuerpo con esta tierra u otra, todas las tierras son hermosas. Aún no nos arrebatan lo suficiente, sé que queda poco y que la mayoría ya es propiedad privada por corporaciones o es propiedad federal. No hay metro cuadrado que no haya sido intercambiado por dinero o que no haya sido usurpado. 

Y aún así aquí estamos, tratando de tener empatía con el resto de los individuos, encontrándonos que no importa la posición geográfica y las diferencias que nos hayan hecho creer que tenemos. 

Todos al final y debajo de las prendas estamos unidos por las mismas cosas cotidianas como creo que a todos nos gusta la sandía. Nos une el hambre, la sed, la nostalgia. Todos queremos un hogar, comida y sexo. Todos tenemos la misma cara ante la adversidad, ante el terror, ante la tragedia, la angustia. Pero también ante el júbilo y la dicha. Todos estamos conectados, todos somos iguales. Y a los que no es porque alguien los ha dañado tanto que no les quedó más que disociar. Y suele importar solo cuando explotan.

Yo no he sido turista en ningún lado. Y cuando se ha forzado la situación he tratado de sentir hasta las fibras de los asientos, las emociones del presentador y su relación con el lugar. Los delfines y sus entrenadores. No creo que todos lo hagamos por dinero, y no quiero decir que lo que yo quiero lo quiere el resto. No me quieran encasillar en un lugar tan vacío. Yo no soy así. Y a veces dudo de mí, no me conozco casi nada y cuando más me descubro es cuando salgo.

Pero es a lo que llego cuando me convierto nuevamente en esto: en un nómada, un sin hogar que va de aquí para allá y de allá para otro lado. No me importa si termino en la calle y con vicios. Habré alcanzado la cumbre de lo que un hombre común en el fondo desea: aprender a vivir en cualquier lugar acompañado de sí mismo.   

Comentarios

Entradas más populares de este blog

De tu relación con los huracanes

¿Qué le pasó a David Chaverra?

Detén esto