No somos libres

 He pensado en describirme sobre mi libertad. Pero ni rascando hasta los huesos podría encontrarla.


A veces cuando estoy con Cassandra siento que podría besarla, y al borde de ser absorbido por su singularidad pienso; que no estoy en el lugar apropiado.


¿Por qué me imaginé una vida a su lado? 

No somos libres, aunque ella me llame bebé y eche el humo de su cigarro en mi cara, aunque le llame “amor” mientras me reclama el por qué siempre estoy triste. Aunque sus ojos gigantes me induscan no sé qué tensión eléctrica sobre los hombros y el cabello. 

No somos libres. Lo veo cuando se va y no me llama en días… aunque ese no es el problema, sino que yo tampoco recurro a sus dígitos. 


No somos libres. Aunque lo prometa y le diga tres veces por encuentro que tengo la soledad incrustada en cada carbono de mi cuerpo.

Ella ya lo sabe, solo es otra faceta de nuestra falsa libertad.


Aunque todos estamos aprendiendo a vivir, y a los 25 apenas y nos conocemos.


Agita su trago al aire y brinda con los habitantes de su mundo. Yo no pienso en enviarle más fotos en navidad, ni buenos deseos en Año Nuevo.

La verdad es que tengo miedo de perder el humo en los cigarros, de no cumplir expectativas, de no tener dinero, de caer en las estafas.


Me envío en un archivo de voz su tristeza, pero yo solo percibí en todo aquello una extrema gravedad que quiere llevarme y colapsarme, tal vez sin querer, tal vez con toda la intención de hacerme daño.

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