Alfarero
Hasta entonces Dios había inventado y fabricado todo a cautívate, puñetazos, hachas y martillos. Pero cuando decidió hacerte a ti se convirtió en alfarero, puso sus manos en tus caderas y curvas, en los senos y las nalgas. Cuando te hizo a ti giraba su rueda, mojaba sus manos, y estaba largas horas moldeando tu cuerpo perfecto, y pocas veces ha querido ser tan perfecto. Curaba con el fuego las tangentes de tus clavículas, pulía los pómulos a pulso precisó, e incluso él estaba nervioso. Terminó lleno de placer, cada vez, de principio a fin. Yo lo supe cuando te vi así, acostada en la cama. Y también sabía que había probado lo que solo algunos dioses privilegiados podían. Y hasta ahora no sé si soy algún elegido, mesías o caso de singularidad… no importa si lo soy, después de ti estoy preparado para simplemente dejar de ser.